Codicología

 Codicología


Definición de Codicología.

Codicología es una palabra derivada del latín "codex" y del griego "logos" que significa "estudio de los códices", una etimología que es copiada directamente por la correspondiente acepción en el diccionario de la Real Academia Española, lo que supone que una vez más nos encontramos una definición bastante pobre para todo lo que en realidad abarca esta disciplina.

Podemos definir a la codicología como aquella ciencia que analiza todos los aspectos físicos de los que se compone un libro como el soporte, la preparación del material o las encuadernaciones. Sin embargo, como bien sostiene el Institut de Recherche et Histoire des Textes, la codicología también puede abarcar otros formatos como el rollo o el documento aislado, que si bien tienen otro tipo de preparación, también son una realidad física objeto de estudio de los métodos de la disciplina.

El término codicología, acuñado en los años 40 del siglo XX, se atribuye generalmente al paleógrafo francés Charles Samaran, aunque también existen quienes se lo atribuyen al filólogo Alphonse Dain. Sin embargo, actualmente se está imponiendo el término arqueología del libro, en donde se dota al libro el estatus de objeto cultural, una fuente en si misma que nos aporta datos sobre el contexto en el que se elaboró el producto, llevando a esta disciplina más allá de una ciencia cuantitativa o descriptiva.

El soporte, realidad física del documento escrito.

Todo documento escrito cuenta con dos elementos físicos que permiten su existencia: el elemento sustentante y el elemento sustentando, es decir, el material en donde se fija la escritura y el material con que se fija la escritura.

La codicología estudía principalmente tres materiales sustentantes: el papiro, el pergamino, y el papel. Cada uno de ellos predominante en diversos momentos de la historia, el papiro fue el principal elemento de escritura del mundo antiguo, el pergamino ya conocido desde la antiguedad, tuvo su momento de esplendor durante el medievo, y finalmente el papel que aparece en Europa procedente de oriente en los siglos finales de la Edad Media, es desde entonces el principal material de escritura, aunque cabe destacar que el papel de los primeros siglos era de mejor calidad al hacerse de trapo en vez de fibra de madera como en la actualidad.

Puede que el papiro sea de los tres, el elemento sustentante al que menos atención presta la codicología, también cabe destacar que sólo tiene sentido en la definición amplia ya que con el papiro no se forman libros sino que se tendía a recopilar los escritos en formato de rollo. Además es un elemento con una conservación más deficiente en comparación con sus sucesores, por lo que apenas tenemos fragmentos de su utilización en el mundo antiguo y las reminiscencias de época medieval, especialmente en la corte merovingia y en la curia papal, últimos enclaves en los que se utilizo un material que se dejo de producir para el mercado en la segunda mitad del siglo X.

El pergamino es conocido desde la antigüedad pero no se impone hasta los problemas de abastecimiento de papiro que se dieron con la caída del Imperio Romano, en este caso, el material no procede de un vegetal sino de la piel de un animal, normalmente de ternero, cabra o carnero..., aunque el más apreciado es el cordero lechal, y más aún del feto de este animal, dando un tipo de pergamino de lujo denominado vitela. Además de la materia prima, también era importante el proceso de producción y la introducción de nuevas técnicas. Podemos considerar al pergamino como un elemento costoso, solo entendible en una producción del libro alejada del mercado como la medieval y que fácilmente será reemplazado por el más barato papel, a excepción de los productos más solemnes. Un enorme coste que provoca la aparición de dos métodos de reciclaje: los palimpsestos y los membra disiecta, en primer lugar tenemos un pergamino al que se le borra el elemento sustentado a través de un proceso de raspado, para su reutilización, aunque no siempre se lograba borrar todo el rastro y se puede analizar con lamparas de luz ultravioleta, permitiendo recuperar textos clásicos e incluso cristianos que no fueron considerados en aquel momento; el otro caso es el de la reutilización directa del pergamino como parte de una encuadernación, lo que permite conservar documentos que eran deshechados por perder su validez legal o libros que no eran valorados.

El papel, inventado en China en tiempos del Imperio Romano, es llevado a occidente por los musulmanes que chocan con la civilización asiática en sus campañas de conquista del siglo VIII, llegado a Europa Occidental en el siglo XI a través de los contactos mantenidos en la

Península Ibérica, ocupada en parte por un estado musulmán. El papel rápidamente se extiende por su menor coste y su fácil adaptación al formato librario, siendo el material estándar que se utilizará en la imprenta. El mundo occidental se llenó de molinos papeleros en los que se daba forma en moldes que a su vez marcaban al material con pequeñas lineas verticales y horizontales, conocidas como puntizones y corondeles, además en la mayoría de los casos se hacía un dibujo para marcar la procedencia del papel que se conoce como marca de agua o filigrana, cuyo estudio comparativo nos permite conocer el lugar de origen del material.

El elemento sustentado por antonomasia es la tinta, conocida desde los primeros tiempos de la humanidad, existen discrepancias sobre su lugar de origen. Una tinta de color negro que puede tener origen vegetal, el carboncillo que tiene la característica de ser deleble, o tener origen mineral, la tinta metaloácida en la que se combina un extracto vegetal rico en taninos (nuez de agallas), una sal metálica (sulfato de hierro o cobre), un aglutinante (goma arábiga) y un medio (agua, vino o una mezcla de ambos). Además se le podía añadir un colorante para conseguir tintas de color para hacer letras decoradas o miniaturas, con las que se conseguía un producto más solemne y con un significado propio.

El estudio de la preparación física del documento escrito.

La codicología también estudia la preparación física del soporte, especialmente de los documentos en formato códice o libro. Desde la composición de la página, pasando por la organización material del libro, hasta finalmente la encuadernación. Pudiendo reconstruir la intrahistoria del libro mas allá de la mera elección del soporte, analizando la fabricación del soporte para una determinada aplicación.

Una vez extraído el material, lo primero que se hacía era ajustar el soporte a un formato estándar, para ello se conforma la unidad básica del bifolio, una pieza rectangular que se dobla por la mitad para generar dos folios adaptados a la medida del códice (aunque también existen otros métodos de plegado como el plegado en cuarto o en octavo). Unos bifolios que se colocaban unos encima de otros y se cosían para generar los diferentes cuadernillos de los que se va a componer el códice, que puede ser el simple bifolio (2 folios, 4 caras), un binión (2 bifolios, 4 folios, 8 caras), un ternión (3 bifolios, 6 folios, 12 caras), un quaternion (4 bifolios, 8 folios, 16 caras), quinión, senión, septenión, octonión..., unos cuadernillos que no eran siempre regulares ya que puede coserse  un folio con una pestaña en lugar de un bifolio (talón) o también existe el doble cosido en el soporte papel.

Otra cosa a destacar en la construcción de cuadernillos de soporte pergamino es la Ley de Gregory, el primero que se dio cuenta de que los artesanos eran conscientes de que este soporte presenta dos caras muy diferentes ya que no tiene la misma coloración y calidad, la parte de la piel del animal y la parte de la carne del animal, siendo está última de mayor valor al tener un color más claro y al carecer de las marcas de los folículos del pelo del animal; por ello los artesanos agrupaban los cuadernillos de tal manera que no se afrontaran dos folios de distinta parte del animal, algo que se conseguía de manera sencilla al construir el cuadernillo.

A la hora de unir los cuadernillos a la encuadernación definitiva era posible que el artesano se equivocase en el orden, por ello en los más solemnes encontramos lo que se conoce como reclamos, marcas que indican en el final de un cuadernillo y el principio del siguiente cuadernillo, a fin de que no haya este tipo de fallos.

Conocer la estructura de los cuadernillos tiene una importancia vital no sólo en la comprensión material del códice sino también para ser conscientes de un desorden o de la falta de páginas. Por ello generalmente se tiende a representar gráficamente mediante esquemas que pueden ser rectangulares (modelo francés) o en forma de cuña (modelo holandés), en los que se puede detectar rápidamente la composición y los posibles desordenes.

Una vez que se unen los cuadernillos, estos se cierran por medio de una encuadernación que consta de una cubierta, de un sistema de cosido y unas hojas de guarda. Existen diferentes modos de encuadernar los libros dependiendo de las tradiciones seguidas y del destino del libro, lo que añade nuevas pistas al estudio de la producción libraria, pero analizarlos todos aquí podría generar un nuevo artículo.

La codicología también estudia los diferentes tamaños usados en los folios (folio, quarto, octavo...) y como los preparaban para la escritura a través del pautado, unas pequeñas líneas dibujadas o marcadas a punzón que servían para marcar los márgenes y las líneas de escritura, para así lograr un producto más ordenado y solemne. Además se puede reconstruir a través del análisis de las tintas, los diferentes momentos de la escrituración del códice, e incluso algunos especialistas engloban el estudio de las miniatura iluminadas dentro de la codicología, aunque otros consideran que más bien son objeto de análisis de la historia del arte.

La descripción del manuscrito.

La descripción física del manuscrito es uno de los objetivos de la codicología e incluso se ha llegado a establecer convenciones para crear fichas descriptivas uniformadas, lo que permite realizar estudios comparativos y buscar los datos más rápidamente, y aunque la codicología debe llegar más lejos y ofrecer respuestas, una buena descripción es el primer paso para después obtener conclusiones.

Los elementos que no deben de faltar en una buena descripción de un libro medieval son: la referencia bibliotecaria o archivística, el autor del libro, el título del libro, el lugar de origen, al data de origen, la descripción física (soporte, número de folios, dimensiones de los folios, dimensiones del pautado, modo de hacer el pautado, número de columnas y líneas), la estructura de los cuadernillos, el contenido del comienzo del segundo folio (para saber si estamos ante una misma edición o ante otra versión de un mismo contenido), la escritura, breve descripción del contenido, la decoración, la encuadernación, la procedencia (lo que viene a ser la tradición del libro, en que manos ha estado), y la bibliografía en donde se ha estudiado el manuscrito.

Seguir un modelo estandarizado de descripción nos permite elaborar catálogos de manuscritos con una información ordenada y uniforme, e incluso bases de datos con información estructurada en base a los lenguajes de marcado, XML y TEI. 1


1. http://conscriptio.blogspot.com/2012/05/que-es-la-codicologia-la-arqueologia.html

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